miércoles, 15 de diciembre de 2010

Bon appetit

Introducción por Laia Gil


Teta o biberón.
Así comienza la historia del gusto, del sabor, que para estos personajes no termina al perder el objeto oral, que no es materno, (el objeto no es de la madre), pues a modo de objeto perdido, en vez de la mantita o el oso de peluche que arrastran los niños a todas partes, lo sustituyen desde la sublimación, pensando la restauración como el modo de arte más efímero, buscando ese sabor irremplazable.

Prueba esto, no me gusta!, tienes que comer de todo, si no lo pruebas no lo sabes… Desde siempre, algo del forzamiento en lo oral existe con la comida. Ejemplo: no quiero espinacas!!! pues te lo comerás para cenar!!, y luego de mayor quien no ha dicho, pero si esto de pequeño no me gustaba nada, lo odiaba!.

Carne o pescado?... esta comida la odio!, de pequeño en casa de mis abuelos no se hacia otra cosa, ó ui!, esta comida me trae malos recuerdos, o buenos… aquella otra me transporta a la niñez …mmmm huele a algo de cuando era pequeña…

Eres de dulce o salado? Hablamos de la pulsión oral, claro, donde el objeto tiene que ver con el sonido, con la boca. Fijaros: la pulsión oral, del sonido, es hacia fuera, una producción sublime de un objeto externo, fuera de…. La del sabor es hacia dentro, para lo interno de la persona…
Devorador; degustadora; lamedor.
C’est une petite fill deguteur qui (se) léche (avec) a un petit devorateur…

Laia gil
Diciembre 2010

Bon Appetit
Intervención en la tertulia de Psicoanálisis, cine.

Hola buenas tardes a todos. A propósito de “bon appetit”, lo que me viene a la cabeza es la frase de un nobel de 1.993, concretamente de Rabindranath Tagore: “Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas”. Es lo que creo muestra la película, si te encandilas con la historia de amor. Bon appetit, buen provecho… evoca en las lenguas, otra cosa.
Al salir del cine, fui como es habitual con mí querida Laia, le dije: ¿Sabes?, no sé porqué, pero me recuerda a “cadena perpetua”. En aquel momento lo decía por lo de Zihuatanejo, la amistad entre los dos amigos, y la playa dónde, tras un cambio espectacular en sus vidas, se van a vivir los dos. Pero había más aún, cómo en “bon appetit”, también en “cadena perpetua” una historia de amor, da el marco para contar otra cosa: la supervivencia del protagonista en un mundo de corrupción en el que el saber hacer de él, con el dinero plantea una “perversión” con final épico. 1994.

Bon appetit, aparece en el 2010. Dani, un decidido chef, tropieza con el “enredo de faldas” de su jefe, lo que le evoca su desgracia familiar. Un chiquillo vasco, abandonado por su padre, que los deja por una mujer joven, con la que se va a Madrid, sin querer ocuparse de ellos. Dani en Zurich se encuentra con la “repetición” de ese siniestro familiar que le atormenta, y abandona “todo” amor y sensatez, y se dedica a vivir e intervenir en la historia. Y ¿qué hace?, ayuda a que el padre, su jefe, se quede con la madre, su esposa, y que Hanna la jovencita se vaya, no a Madrid, sino a Munich, sola. Consigue que se haga, lo que él hubiera querido de su padre, y así una sencilla dedicatoria: for my father, sella el final. Punto.

Durante unos día, por todos los medios me llegaban criticas que escuchaba. Es flojilla, encima después detrás de ella vi “dame tus ojos”… que se puede decir de una historia tan habitual?, quizás plantear el individualismo moderno? La cuestión del padre? La relación entre los triángulos amorosos?, la maldad enmascarada de Dani, o su bondad, o su trepismo, ambición, su imposibilidad decisoria blablabla… pero siempre se añadía algo, alguna cosita más: ah! pero están las escenas de la cocina, la fotografía, la belleza de Zurich, la belleza por qué no de Hugo?, lo que me llevo a pensar y comentar con la gente: y si obviamos la historia de amor, para ver otra cosa? Y comencé a ver la película del lado de los objetos. Voy a destacar, aunque hay más, a modo de pinceladas cuatro momentos, cuatro tintineantes y titubeantes estrellas, de las que oculta el sol.

1)- Dani, que no se despista mucho en la historias de desamores, Dani saborea, ¿Hay duda en que Dani saborea?, es obvio que además de saborear Dani devora. Hanna, una juguetona sumelier, huele, lame, paladea, degusta y se brinda como bocadito a Dani, quizás menos dramáticamente que Clarece a Aníbal Lecter, en el descarnado “grito de los corderos” de su cadena perpetua. Lo hacen al salir de trabajar. Después de tomar unas copitas con Hugo, yendo hacia a casa, Dani y Hanna acercan sus boquitas, y se dan unos bocaditos mutuos que les pone. Lametean y paladean el sabor de sus bocas, petit a petit, usando como dice la zalamera Hanna, la única parte de su cuerpo que sirve de algo.

2)- Dani, en la cocina, tras el primer rapapolvo del jefe, se las ingenia para saltarse la norma y colocar lo que le sale de la bola, creo que es avellanita rayada, ignorando el consejo de Hugo.

3)- Dos huevos, spaguettis a la menta, y Ribera del Duero, enmarcan un encuentro sexual. Los ojos cerrados de Anna, mientras describe el placer de la cata, la rapidez de las manos de Dani manejando el “producto”, preceden a la escena del sofá, y su larga conversación de amantes hasta el alba. Original escena de un polvo, de un placer oral inmenso. Para que van a follar si el jugueteo de los sabores, olores y bocaditos, y las pequeñas caricias remolonas, presentan la máxima exquisitez pulsional?
4)- Dani manejando la langosta, emulsionando el arroz, en la escena en que Hugo pierde la compostura. Dani impasible, sigue con su pasión, la pulsión oral, sin prestarse a los trasnochados diálogos de Thomas, ni a las broncas de Hugo.
¿Qué estamos viendo?, un cambio en las formas de satisfacción? No se trata de comer para poder conversar, que también, no se trata de comer y beber, para celebrar una batalla, una hazaña o una ceremonia, se trata de saborear, lamer, degustar, se trata de que el objeto oral se ubica al lado del objeto “idea”, presentado el plato como lienzo de un cuadro que tiene ¿cómo decirlo?, un efímero y dudoso final…
La película rebosante de buen gusto, refleja muy bien, lo que está presente en el mundo de hoy, el triunfo de la pulsión, y el desplazamiento del ideal hacia el objeto. Aquí veo el resumen de muchas mesas, muchas noches, en las que retomando lo dicho por Laia, se enfrentan los “orales hacia dentro” y los “orales hacia fuera”, con su batiburrillo de palabras ensordecedoras, pues ya no se trata tanto, que también pero no tanto, de comer como excusa para confrontar ideales, criticar posturas, imponer criterios, defender esquemas, pronunciar discursos de celebraciones, que también. Se trata del arte de la cocina, del ofrecimiento del objeto, denominado producto, que cabalga destronando al blablabla de la impostura. Se trata de la satisfacción oral de un encuentro con el gusto.
Vivimos en tiempos de pulsión ¿en nombre de que sol fálico hay que ignorarla? Es creación, y ante ella desfallecen las recetas de las pamplinas fálicas del amor.

Dejo una pregunta a la sala. Alguien sabe que ha producido la avalancha de hombres en las cocinas, cuando clásicamente siempre ha sido un trabajo de mujer? O por qué siendo los hombres históricamente los amantes del vino, la sumelier es una mujer?, quizás como apuntó Laia, el perfume siempre ha sido de mujer… lo que no contesta la primera pregunta.
Teresa Ferrer
Diciembre 2010