“El Show de Truman” de Peter Weir
MORIR DE VERGÜENZA
La elección de la película, lleva toda la marca del inconsciente, me
vino a la cabeza, encolerizada por un acontecimiento imprevisto que me obligaba
a una elección forzada, fuera de mi, me oí decir: un reality show?, si sólo he
visto uno en mi vida! “el show de Truman!!!, ni gran hermano ni ninguno, ninguno,
me aburren de sobremanera, los considero una… Con el descenso de la furia a lo
largo de los días siguientes pensé: ¿por que ignorar la “ocurrencia” de esta
película?, y la propuse para nuestra tertulia, por abordar un tema de tanta
popularidad.
La película me encantó en su tiempo, me perturbó el final, no la
decisión del protagonista, ni la trama, sino la aparición del cielo como un
decorado contra el que golpea barca. Me dió un escalofrío el recurso al
encajonamiento espacial, un escalofrío intenso acompañado de vértigo, que
quizás fuera un “desplazamiento” de lo que por sorpresa estaba viendo, quizás
una marca de goce oculto e ignorado, tras mi condena intelectual del
género.
Reality show, telerealidad, (dating-shows, reality games, infotainment,
info-show o docu-show, freak show, family show, real life soup, etc) es un categoría televisiva que muestra lo que le ocurre a personas en
contraposición con lo que le ocurre a personajes ficticios (interpretados por
actores). No pertenece en exclusiva a lo informativo, educativo, espectacular, a
lo real, ni a lo ficticio, sino a todos al mismo tiempo. Durante la historia han
conseguido gran ranking de audiencia con detrimento de otros programas, por lo
que a pesar de sus costes elevados se los pueden permitir, y representan el
modo en que la televisión encarna las nuevas funciones a las el “cambio social”
ha conducido.
¿Qué puede decir el psicoanálisis sobre esto?
El “cambio social”, es un hecho y dentro del nuevo paradigma en que
estamos, la telerealidad, el reality show es uno de sus productos, del cuál
esta película presenta un guión muy original. El nuevo paradigma se inicia con
la revolución industrial, finales del siglo 18, primera mitad del 19. Los
grandes avances tecnológicos, alteran y modifican el “estatuto de objeto”. El
trabajo manual es reemplazado por la producción manufacturada, iniciando el “rebajamiento”
y “caducidad” del objeto, la perdida de su valor fálico a favor de su
utilitarismo transitorio, preparando lo que hoy en día estamos tan
acostumbrados: “usar” y si no “tirar”, desestimar por la utilidad superada.
La instalación y triunfo de la democracia moderna como forma de gobierno
de la mayoría de la población, el sufragio universal, la abolición de la
esclavitud, la declaración de los derechos humanos, prepararon el mundo para
los tres factores que cambiarían el modelo imperante: el valor de la vida, la
igualdad de la mujer, su incorporación al sufragio universal, la libre elección
sexual y el derecho de los niños, son los factores que tambalearon la jerarquía
del padre y su producto el Estado protector, así como su posición de excepción
en la historia, dejando los ideales desdibujados y permeables a ser ocupados
por “objetos” en vez de “ideas”.
Los cambios conllevan un vaciamiento de ideales, idealismos, un auge del
utilitarismo, dando paso a la economía de mercado, que sobrepasa los Estados y
los deja obsoletos. Emmanuel Kant pierde vigencia a favor de Jeremy Betham, y
las formas de satisfacción basadas en el sacrificio, dan paso a las del
consumo, sin que este claro que esto implique menor sufrimiento, como se
verifica en nuestra época.
El psicoanálisis hace su aparición en este escenario mundial. Contribuyendo
a dinamizar el libre albedrío individual, derriba pilares muy fuertes del
antiguo orden con la introducción del inconsciente y la sexualidad. El
inconsciente da un toque a la “razón”, y se puede pensar que respecto a la
sexualidad, es la liberación incluso la revolución sexual lo que impulsa, pero
sin embargo es del lado de la infancia dónde aporta sus más grandes
contribuciones, llevando el levantamiento de la represión a un tema que
difícilmente es aceptado en sus inicios y aún hoy en día cuesta: la sexualidad
infantil, como base de la adulta y basada en pulsiones, impulsos que impregnan
no sólo el acto sexual, sino la vida entera del individuo, lo que vira la forma
de satisfacción de la represión hacia el mostrar y ser visto.
La aparición de la televisión, su triunfo en la época de posguerra,
1946, produce una revolución novedosa en la forma de vida, hasta el punto de
que hoy en día lo que “no se ve” llega al límite de la existencia, con lo que
el paso de la narrativa filmada, a la telerealidad estaba servido. Pero ¿qué
realidad es la que se mira?, los informativos muestran lo que ocurre, las
fotografías y los videos pampan a sus anchas, la prensa se erige en un nuevo
poder, que ejerce como: “qué esta pasando, lo estás viendo”… lo que no sale… es
de dudosa existencia.
Este contexto lo capta muy bien la película. Una productora adopta un
niño para mostrar toda su vida al planeta entero. Su nacimiento, sus primeros
pasos, sus estudios, su niñez, su juventud, sus amores, sus sufrimientos, sus
complejos, su dolor, su alegría, su impotencia son ofrecidos en imagen a un mundo
omnivoyeur ávido de ver lo cotidiano. “Ver lo cotidiano”, de una persona media,
se convierte en una adicción sin ambages. Ver sin que sepan que se “les” (los
espectadores) esta mirando, ver, si que sepa que se “le” (Truman) esta mirando,
se convierte en toda una industria, en la que los guiones se escriben y
suceden… es telerealidad que un franco exhibicionismo crea.
El panóptico de Jeremy Betham parece una premonición de lo que ocurre,
dejando obsoleto el “capricho” kantiano. La película fechada en 1998, precede
en un año al estreno de Big Brother en Holanda 1999, que fue emitida por la
mayoría de los países. Big Brother recoge la idea de la novela de Georges
Orwell, 1984, escrita en el 47-48 (tras el triunfo de la televisión) en la que
y salvando el error orweliano de creer en la permanencia del Estado, si que es
fiel en plasmar como los sujetos se convierten en “objetos” de precariedad y
deshecho. Contemplados en sus miserias, son expulsados a continuación. El
sujeto pasa a ser considerado como “objeto” de uso, abuso y deshecho, cuál
metáfora de la caída del muro de Berlín (1989), amenazado en estos días su
derribo, que evitan la firma de unos grafittis, que lo cubren.
El lunes se dio la casualidad de la muerte de dos mujeres. Margaret
Tacher y Sara Montiel. Dos ejemplos de “moralidad”, que discurren por el siglo
21. Cameron, estando en España, es informado momentos antes de una rueda de prensa
con Rajoy, e interrumpe toda su agenda, para volver inmediatamente a Londres,
informando que aparecerá en la BBC,
mientras los informativos de España, se hacen eco de la muerte de Sara. Sara
Montiel entronizada como símbolo sexual, en cuya vida hizo “lo que quiso”, dice
la tele, frente a la prepotente austeridad gozante de la inglesa, química de
estudios y política de profesión, culpable de introducir el más salvaje estilo
neoliberal en el mundo. Ambas muy mediáticas, hacen pensar quien es más potente
imponiendo condiciones de goce.
Tras este ejemplo os animo a reflexionar sobre lo que verdaderamente
esta en juego en la película…: la “fase moral en la que estamos”, caracterizada
por la disyunción entre la vergüenza y la culpabilidad. Si antaño se miraba por
el ojo de la cerradura y cabía la posibilidad de ser pillado, con el juicio
pertinente que provocaba vergüenza, en el reality, ese otro pillador que juzga
la acción de mirar ha desaparecido ¿por qué? La mirada que solicita el espectáculo
de la realidad: “mirar como gozan, mirarlos gozar, observar sus goces… es lo que
ofrecen los realitys shows. Hoy en día se pide la mirada para el espectáculo de
la realidad, y en ese sentido toda la televisión es un reality show, que llama
a la mirada sobre la realidad, privada, separada de su poder avergonzar. Como
si todo el espectáculo televisivo, tuviera la misión, como consecuencia
inconsciente, de demostrar que la vergüenza esta muerta, pues esa mirada que
observa los goces, goza también, Es mirarlos gozar para gozar.
Es la sociedad en la que vivimos, cuyo secreto, el secreto del espectáculo,
es que se mira porque se goza, y es en ese sentido que la televisión transmite
que el Otro, el otro de la culpabilidad, el que juzga, no existe más. Y esto no
es sin consecuencias, la civilización siempre ha estado enferma, es condición
de su existencia, pero es el modo de padecimiento lo que ha cambiado. Ya apenas
encontramos como malestar de la cultura el dolor, la valentía, el honor, la
honestidad, la grandeza de las conquistas, el deseo de la gloria, el malestar
de hoy es: una sociedad enferma de vulgaridad, desgana, ordinariez, tosquedad,
grosería, incorrección, simpleza, necedad, chabacanería… que pulula parloteando
por la autoestima, perdiendo sin tregua, singularidad, pues la pérdida de la
vergüenza viene a decir que el sujeto cesa de ser representado por un
significante que vale, por un valor, del cuál siente honor. Honor que se hace
equivalente a la vergüenza, la cuál cubierta por el pudor, retorna exaltada por
el honor.
Si esa identidad, ese valor singular de la persona se destruye, hay vergüenza,
y es misión ética de un psicoanálisis liberar al sujeto de la represión, que
esta vez se ejerce por la oferta de la mirada, devolver al sujeto la autenticidad
de su singularidad que le avergüenza, la singularidad de su vergüenza.
Avergonzar, será posible a la antigua manera?... una fórmula nueva?…
Teresa Ferrer
10 Abril, 2013
Notas
Emanuel kant (1724-1804). Sic volo, sic jubeo. Hoc volo, hoc judeo. “Loco
– dice la señora – Loco… lo quiero y ordeno, sirva como razón mi voluntad.
Sátira VI de Juvenal, de la que Kant extrae su máxima (J. A. Miller Lakant,
Escuela lacaniana de psicoanálisis del Campo Freudiano 04. 1999)
Jeremy Betham (1748-1832),
Cambio de paradigma mundial: el valor de la vida, la libre elección
sexual, la igualdad de la mujer, los derechos de los niños
Caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989)
El show de Truman ( (1998)
George Orwell 1984 (1947 y 1948)
Big Brother (16 septiembre 1999)
Reality
show historia. El segundo boom, que dura hasta hoy, se produjo a partir del año
1989, cuando salió al aire COPS, un programa que acompañaba a policías durante su trabajo.
Este programa fue copiado y adaptado a varios otros oficios (por ejemplo,
médicos) durante los años 90 y la primera década del Siglo XXI. Por otra parte,
surgieron los shows del tipo Encierro, cuyo origen se remonta al programa
holandés Nummer 28 del año 1991, el cual fue adaptado un año más tarde por MTV en The
Real World y complementado por elementos de game show en Big Brother
en 1999.
Televisión, primeros programas con horario 1936 en Inglaterra, y en 1939
en Estados Unidos, se interrumpió por la guerra y continúo en el 1946.
Teresa Ferrer