jueves, 11 de abril de 2013

"El show de Truman": Reseña





“El Show de Truman” de Peter Weir



MORIR DE VERGÜENZA

 

La elección de la película, lleva toda la marca del inconsciente, me vino a la cabeza, encolerizada por un acontecimiento imprevisto que me obligaba a una elección forzada, fuera de mi, me oí decir: un reality show?, si sólo he visto uno en mi vida! “el show de Truman!!!, ni gran hermano ni ninguno, ninguno, me aburren de sobremanera, los considero una… Con el descenso de la furia a lo largo de los días siguientes pensé: ¿por que ignorar la “ocurrencia” de esta película?, y la propuse para nuestra tertulia, por abordar un tema de tanta popularidad. 

La película me encantó en su tiempo, me perturbó el final, no la decisión del protagonista, ni la trama, sino la aparición del cielo como un decorado contra el que golpea barca. Me dió un escalofrío el recurso al encajonamiento espacial, un escalofrío intenso acompañado de vértigo, que quizás fuera un “desplazamiento” de lo que por sorpresa estaba viendo, quizás una marca de goce oculto e ignorado, tras mi condena intelectual del género. 

Reality show, telerealidad, (dating-shows, reality games, infotainment, info-show o docu-show, freak show, family show, real life soup, etc) es un categoría televisiva que muestra lo que le ocurre a personas en contraposición con lo que le ocurre a personajes ficticios (interpretados por actores). No pertenece en exclusiva a lo informativo, educativo, espectacular, a lo real, ni a lo ficticio, sino a todos al mismo tiempo. Durante la historia han conseguido gran ranking de audiencia con detrimento de otros programas, por lo que a pesar de sus costes elevados se los pueden permitir, y representan el modo en que la televisión encarna las nuevas funciones a las el “cambio social” ha conducido.

¿Qué puede decir el psicoanálisis sobre esto?

 

El “cambio social”, es un hecho y dentro del nuevo paradigma en que estamos, la telerealidad, el reality show es uno de sus productos, del cuál esta película presenta un guión muy original. El nuevo paradigma se inicia con la revolución industrial, finales del siglo 18, primera mitad del 19. Los grandes avances tecnológicos, alteran y modifican el “estatuto de objeto”. El trabajo manual es reemplazado por la producción manufacturada, iniciando el “rebajamiento” y “caducidad” del objeto, la perdida de su valor fálico a favor de su utilitarismo transitorio, preparando lo que hoy en día estamos tan acostumbrados: “usar” y si no “tirar”, desestimar por la utilidad superada.


La instalación y triunfo de la democracia moderna como forma de gobierno de la mayoría de la población, el sufragio universal, la abolición de la esclavitud, la declaración de los derechos humanos, prepararon el mundo para los tres factores que cambiarían el modelo imperante: el valor de la vida, la igualdad de la mujer, su incorporación al sufragio universal, la libre elección sexual y el derecho de los niños, son los factores que tambalearon la jerarquía del padre y su producto el Estado protector, así como su posición de excepción en la historia, dejando los ideales desdibujados y permeables a ser ocupados por “objetos” en vez de “ideas”.

Los cambios conllevan un vaciamiento de ideales, idealismos, un auge del utilitarismo, dando paso a la economía de mercado, que sobrepasa los Estados y los deja obsoletos. Emmanuel Kant pierde vigencia a favor de Jeremy Betham, y las formas de satisfacción basadas en el sacrificio, dan paso a las del consumo, sin que este claro que esto implique menor sufrimiento, como se verifica en nuestra época.

El psicoanálisis hace su aparición en este escenario mundial. Contribuyendo a dinamizar el libre albedrío individual, derriba pilares muy fuertes del antiguo orden con la introducción del inconsciente y la sexualidad. El inconsciente da un toque a la “razón”, y se puede pensar que respecto a la sexualidad, es la liberación incluso la revolución sexual lo que impulsa, pero sin embargo es del lado de la infancia dónde aporta sus más grandes contribuciones, llevando el levantamiento de la represión a un tema que difícilmente es aceptado en sus inicios y aún hoy en día cuesta: la sexualidad infantil, como base de la adulta y basada en pulsiones, impulsos que impregnan no sólo el acto sexual, sino la vida entera del individuo, lo que vira la forma de satisfacción de la represión hacia el mostrar y ser visto.

La aparición de la televisión, su triunfo en la época de posguerra, 1946, produce una revolución novedosa en la forma de vida, hasta el punto de que hoy en día lo que “no se ve” llega al límite de la existencia, con lo que el paso de la narrativa filmada, a la telerealidad estaba servido. Pero ¿qué realidad es la que se mira?, los informativos muestran lo que ocurre, las fotografías y los videos pampan a sus anchas, la prensa se erige en un nuevo poder, que ejerce como: “qué esta pasando, lo estás viendo”… lo que no sale… es de dudosa existencia.

Este contexto lo capta muy bien la película. Una productora adopta un niño para mostrar toda su vida al planeta entero. Su nacimiento, sus primeros pasos, sus estudios, su niñez, su juventud, sus amores, sus sufrimientos, sus complejos, su dolor, su alegría, su impotencia son ofrecidos en imagen a un mundo omnivoyeur ávido de ver lo cotidiano. “Ver lo cotidiano”, de una persona media, se convierte en una adicción sin ambages. Ver sin que sepan que se “les” (los espectadores) esta mirando, ver, si que sepa que se “le” (Truman) esta mirando, se convierte en toda una industria, en la que los guiones se escriben y suceden… es telerealidad que un franco exhibicionismo crea.

El panóptico de Jeremy Betham parece una premonición de lo que ocurre, dejando obsoleto el “capricho” kantiano. La película fechada en 1998, precede en un año al estreno de Big Brother en Holanda 1999, que fue emitida por la mayoría de los países. Big Brother recoge la idea de la novela de Georges Orwell, 1984, escrita en el 47-48 (tras el triunfo de la televisión) en la que y salvando el error orweliano de creer en la permanencia del Estado, si que es fiel en plasmar como los sujetos se convierten en “objetos” de precariedad y deshecho. Contemplados en sus miserias, son expulsados a continuación. El sujeto pasa a ser considerado como “objeto” de uso, abuso y deshecho, cuál metáfora de la caída del muro de Berlín (1989), amenazado en estos días su derribo, que evitan la firma de unos grafittis, que lo cubren.

El lunes se dio la casualidad de la muerte de dos mujeres. Margaret Tacher y Sara Montiel. Dos ejemplos de “moralidad”, que discurren por el siglo 21. Cameron, estando en España, es informado momentos antes de una rueda de prensa con Rajoy, e interrumpe toda su agenda, para volver inmediatamente a Londres, informando que aparecerá en la BBC, mientras los informativos de España, se hacen eco de la muerte de Sara. Sara Montiel entronizada como símbolo sexual, en cuya vida hizo “lo que quiso”, dice la tele, frente a la prepotente austeridad gozante de la inglesa, química de estudios y política de profesión, culpable de introducir el más salvaje estilo neoliberal en el mundo. Ambas muy mediáticas, hacen pensar quien es más potente imponiendo condiciones de goce.  


Tras este ejemplo os animo a reflexionar sobre lo que verdaderamente esta en juego en la película…: la “fase moral en la que estamos”, caracterizada por la disyunción entre la vergüenza y la culpabilidad. Si antaño se miraba por el ojo de la cerradura y cabía la posibilidad de ser pillado, con el juicio pertinente que provocaba vergüenza, en el reality, ese otro pillador que juzga la acción de mirar ha desaparecido ¿por qué? La mirada que solicita el espectáculo de la realidad: “mirar como gozan, mirarlos gozar, observar sus goces… es lo que ofrecen los realitys shows. Hoy en día se pide la mirada para el espectáculo de la realidad, y en ese sentido toda la televisión es un reality show, que llama a la mirada sobre la realidad, privada, separada de su poder avergonzar. Como si todo el espectáculo televisivo, tuviera la misión, como consecuencia inconsciente, de demostrar que la vergüenza esta muerta, pues esa mirada que observa los goces, goza también, Es mirarlos gozar para gozar.

Es la sociedad en la que vivimos, cuyo secreto, el secreto del espectáculo, es que se mira porque se goza, y es en ese sentido que la televisión transmite que el Otro, el otro de la culpabilidad, el que juzga, no existe más. Y esto no es sin consecuencias, la civilización siempre ha estado enferma, es condición de su existencia, pero es el modo de padecimiento lo que ha cambiado. Ya apenas encontramos como malestar de la cultura el dolor, la valentía, el honor, la honestidad, la grandeza de las conquistas, el deseo de la gloria, el malestar de hoy es: una sociedad enferma de vulgaridad, desgana, ordinariez, tosquedad, grosería, incorrección, simpleza, necedad, chabacanería… que pulula parloteando por la autoestima, perdiendo sin tregua, singularidad, pues la pérdida de la vergüenza viene a decir que el sujeto cesa de ser representado por un significante que vale, por un valor, del cuál siente honor. Honor que se hace equivalente a la vergüenza, la cuál cubierta por el pudor, retorna exaltada por el honor.

Si esa identidad, ese valor singular de la persona se destruye, hay vergüenza, y es misión ética de un psicoanálisis liberar al sujeto de la represión, que esta vez se ejerce por la oferta de la mirada, devolver al sujeto la autenticidad de su singularidad que le avergüenza, la singularidad de su vergüenza. Avergonzar, será posible a la antigua manera?... una fórmula nueva?…



Teresa Ferrer

10 Abril, 2013



Notas



Emanuel kant (1724-1804). Sic volo, sic jubeo. Hoc volo, hoc judeo. “Loco – dice la señora – Loco… lo quiero y ordeno, sirva como razón mi voluntad. Sátira VI de Juvenal, de la que Kant extrae su máxima (J. A. Miller Lakant, Escuela lacaniana de psicoanálisis del Campo Freudiano 04. 1999)

Jeremy Betham (1748-1832),

Cambio de paradigma mundial: el valor de la vida, la libre elección sexual, la igualdad de la mujer, los derechos de los niños

Caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989)

El show de Truman ( (1998)

George Orwell 1984 (1947 y 1948)

Big Brother (16 septiembre 1999)

Reality show historia. El segundo boom, que dura hasta hoy, se produjo a partir del año 1989, cuando salió al aire COPS, un programa que acompañaba a policías durante su trabajo. Este programa fue copiado y adaptado a varios otros oficios (por ejemplo, médicos) durante los años 90 y la primera década del Siglo XXI. Por otra parte, surgieron los shows del tipo Encierro, cuyo origen se remonta al programa holandés Nummer 28 del año 1991, el cual fue adaptado un año más tarde por MTV en The Real World y complementado por elementos de game show en Big Brother en 1999.

Televisión, primeros programas con horario 1936 en Inglaterra, y en 1939 en Estados Unidos, se interrumpió por la guerra y continúo en el 1946.


Teresa Ferrer