jueves, 14 de febrero de 2013

"Amour": reseña

 ENTRE MASOQUISMO FEMENINO Y MASOQUISMO MORAL.

La tertulia estuvo marcada por cierta tensión cuando la introducción reflexiva de Laia Gil sobre la significación de la “minoría culta”, puso de manifiesto rápidamente la polaridad que existe entre gente que asiste a estos actos, que hasta hace poco no permitían otro tipo de asistencia, y que personalmente me apena, a modo de un funcionalismo surrealista de unas épocas drásticas, pero al que sin embargo hoy se puede asistir sin tener esa “devoción” idealista que les protege de lo que pasa.

Comenzó la tertulia con la presentación de Michael Haneke a cargo de José Vanaclocha, quién tras repasar la trayectoria y obra del autor, indicó, que si había tiempo le gustaría presentar su crítica sobre la película, así como algunas entrevistas concedidas por el autor, tras lo cuál dio la palabra a las psicoanalistas.

Recordando que esta película era magnífica para explicar un concepto psicoanalítico controvertido: “El masoquismo femenino es un fantasma masculino”, se pasó luego la palabra a la sala, recogiéndose las cuestiones de inquietud. Una serie de halagos abrieron el debate: película que no se “anda por las ramas”, que no hace “ninguna concesión”, “implacable”, “un trozo de vida” “tremendamente tierna”, “un obra maestra”, “un maravilloso testimonio de amor”, y el blablablbablabla ensalzador dio paso a la interrogación: ¿si la ponéis del lado del masoquismo, por qué se llama amour?; ¿qué hubiera pasado si fuera al revés? ¿tendríamos la misma visión si él no se hubiera suicidado? ¿por qué esa actitud de la hija? Etc…

Tomé la palabra y primeramente indiqué, que sobre el tema del masoquismo muchos críticos de cine lo señalaban, como verifiqué tras una búsqueda, en la que me di cuenta de que el tema, si bien tratado desde otro punto que el del psicoanálisis, había sido abordado por la crítica, tras lo que empecé mi exposición.


El masoquismo, es un concepto que trata mucho Freud. Término recogido de las “parafilias”, que introduce tempranamente en sus “Tres ensayos sobre una teoría sexual”, lo ubica como una de las pulsiones parciales que aísla, y del que destaca que por su “hacer pasivo” es propia de las mujeres denominándolo: “masoquismo femenino”. Este concepto, junto con la “envidia de pene” o las consecuencias de la “castración en la mujer” encendieron los ánimos de las psicoanalistas contemporáneas, abriendo un debate ardiente, desvelador de la mentira sobre la “posición femenina” en los tiempos. La importancia de este debate fue el poder dar las armas para quitar las etiquetas que históricamente se les daba a las mujeres.

La sensibilidad de Freud al respecto no se hizo esperar y con los textos de 1919 “Pegan a un niño”; 1924 “El problema económico del masoquismo” y 1925 “La sexualidad femenina, la feminidad”, abre el camino para lo que Lacan empezará a teorizar en “Ideas directrices para un congreso sobre sexualidad feminina” donde anuncia: “Las feministas tienen razón, pero no saben el por qué, yo sí” 1958), y en 1962-63 en el “Seminario de La angustia” donde a propósito de la sexualidad femenina avanzará sin ambages: “a la mujer no le falta nada”, “a quién sí le falta es al hombre”, “la sexualidad femenina no parte de un déficit ni un menos”, “la masculina sí”, por lo que concluye que esta es la razón de que el “masoquismo femenino sea un fantasma masculino”, temática que diez años después ampliará en su “Seminario Aún” con las fórmulas de la sexuación.

 
Pero, ¿qué significa: el masoquismo femenino es un fantasma masculino?, es la creencia fantasmática, que tiene el hombre, de que las mujeres pueden prestar su cuerpo a traspasar incluso la muerte, ir más allá incluso de la muerte, asunto presente en toda la obra sadiana (disponibilidad completa del cuerpo del otro), temática del film que nos ocupa. Es bastante largo desarrollar los impasses de la sexualidad femenina y la masculina, ya me gustaría, pero no hay tiempo, así que haré una pequeña aproximación a partir de las preguntas que han surgido.

Es una película de amor… pero preguntaría a la sala ¿qué es el amor?, vamos a vosotros os pregunto ¿qué es el amor? (sin respuesta, nadie dijo nada). Bien hablemos pues del amor desde el psicoanálisis. El amor no es entendido por el psicoanálisis separado de la sexualidad, de lo que el psicoanálisis considera sexualidad, lo que incluye el masoquismo (del cuál tenemos un ejemplo aquí), sadismo (pensar en como se usa la señal de sufrimiento como prueba de amor…); exhibicionismo (cierto mostrar erótico, cierto claroscuro de una silueta que prender el amor); voyeurismo. Y este amor entendido junto con la sexualidad no tiene caducidad, se coloca en el partenaire durante toda la vida, se sea niño, joven, adulto o viejo. Y es del lado de la forma de amar del hombre que se encuentra el fantasma del masoquismo femenino, una forma de amar masculina… con ello creo responder a la pregunta de ¿por qué se llama amor si es otra cosa?

¿Habría pasado otra historia, o no, si los papeles estuvieran cambiados?. Al revés siendo el enfermo él, con casi toda seguridad no tendríamos esta historia, ya que difícilmente a las mujeres se les ocurre usar el cuerpo del hombre traspasando la muerte y aún más. Quizás, como indica Margarita Bolinches, viéramos cierto “rol” de maternaje, en el que tendría cabida la hija, la vecina, la portera, el doctor… incluso desarrollando todo ese vínculo social, igual encontraba un novio.

Y sobre la última cuestión ¿tendríamos la misma visión si él no se hubiera suicidado?, lo nombrare bajito, como pregunta y con la boca pequeña… ¿hablaríamos de violencia de género?...

Siguieron intervenciones sobre la identificación en “situaciones parecidas” con familiares, a lo que el comentario de Haneke, de escoger una clase “alta” pudiente, fue para indicar que no trataba de ubicar la trama en una problemática social, sino en otro plano, y la tertulia transcurría sobre interrogaciones, sobre la postura de la hija, las no concesiones que hace el director pues todas son para si mismo, el no andarse por las ramas, etc… para casi al final, (tras la lectura de la “crítica” de cine), surgir precisamente la temática que produce la resistencia mayor sobre el caso, lo que precipitó la división y el cierre a cualquier dialogo, con frases como “siii siii, es eso y no lo que se ha estado diciendo”. Surgió de cierta gente de la sala: EL MASOQUISMO MORAL


Este tipo de masoquismo (moral) que separa Freud también en “el problema económico del masoquismo” (1924), es notable por haber aflojado su vínculo con la sexualidad. El “padecer”, el “sacrifico” como tal es lo que importa, no interesa que quien lo inflija sea o no la persona amada. Sin embargo aunque persista la idea de la separación libidinal, el “masoquismo moral” responde a una forma de “necesidad de castigo” con lo que se satisface, reprimiendo lo insoportable del “sentimiento inconsciente de culpa”, que les llevaría a unas “torturas” y “remordimientos” insoportables. Se presentan las cosas como si el “reclamo ético” fuera lo primario, lo que llevara a la “renuncia pulsional”, cuándo en realidad lo que ocurre es que primero se renuncia a las pulsiones, para que después la “conciencia moral” reclame “nuevas renuncias de lo pulsional”, sin parar y sin fin.

Es lo que está en juego en los halagos: llamando sublimación del amor, ternura, un trozo de vida, amor, que muy bien expresan los críticos diciendo: “la extrañeza, rabia, impotencia y meditada decisión final expresan la afectuosa y sacrificada actitud del marido ante su drama conyugal, que también viene a representar la destrucción del amor, o todo lo contrario ¿el máximo y definitivo acto de amor?”. Son unas palabras que velan perfectamente lo que está en juego… (las pulsiones a las que se renuncian, léanlas en el texto de Freud o quizás mejor véanlas en un análisis).


Teresa Ferrer, Laia Gil
11 de febrero, 2013