viernes, 7 de octubre de 2016

Intervención "Mujercitas". Teresa Ferrer





Buenas tardes y gracias por vuestra asistencia.

Cuando elegimos esta película para iniciar tanto el ciclo “Mujeres” como las películas de las tertulias para este Curso, pensamos en una serie de tres, sobre las que debatir en octubre, noviembre y diciembre, ya que las jornadas de este año de la ELP, tiene este título: “Mujeres” y es sabido de la importancia de las mujeres en el descubrimiento del método psicoanalítico (la asociación libre) y las formaciones del inconsciente: lapsus, sueños y síntomas. Fueron ellas las que mostraron esto.

Por azar, no sé si bueno o malo, la contingencia ha hecho que el hilo conductor que elegimos para las tres tertulias, y que era “las mujeres en la caída del Nombre del Padre y del ideal”, la casualidad hace que nos encontremos en un momento social de máxima tensión, entre una época de gran asentamiento de los Ideales y la actual, donde priva la primacía de la practicidad, como lo demuestra el gran espectáculo de la política española en la que cabe decir, no solo está el PSOE, si no los cuatro partidos, ¿qué digo cuatro? TODOS, en los que la presencia masculina es masiva.

“Mujercitas”, tanto la versión de G. Cukor, como las demás, pertenece a la época anterior, un tiempo (que ha ocupado hasta hace medio segundo a la humanidad, y no en toda) un tiempo en el que las mujeres organizaban “la sociedad”, mientras los hombres estaban enfrascados en guerras por el padre, Dios, o fratricidas, entre hermanos. Es el caso de esta, en el que la trama de la película ocurre en la guerra de secesión (Guerra que precede a la creación de una potencia clave EEUU).

Los hombres  no están, y mientras, las familias las llevan las mujeres. Veamos que ocurre en esta: Formada por seis mujeres y una tía, los días se suceden, con las tareas, ilusiones, proyectos y rituales pertinentes. Se podría pensar que los hombres están, pues cada carta, cada noticia de ellos, hace vibrar a las mujercitas y les infunde coraje. Pero pienso que no. El padre ausente del que reciben cartas y leen con fervor, su función, la función del padre, es ocupada en la estructura familiar por dos mujeres: Jo, y la tía (ambas se reparten el peso de los valores masculinos de la época sobre ellas). La estructura familiar, con la madre en el centro, encarnando valores e ideales solidarios, compasivos, presenta un funcionamiento que da como fruto un alto grado de sublimación. Una hermana es música, otra pintora, y Jo escritora. Sublimación que recorre toda la vida desde la infancia de estas mujeres, y ni que decir, de la labor comunitaria de las pequeñas obras de arte, bordados o ganchillos que las mujeres realizan juntas.

La ausencia llega a tal punto, que no aparece ni predicador, ni cura, ni biblia, ninguna oración al padre creador.

Esta familia, habitual en la época de los Ideales: de honor, batallas, imperios, muertes, se repite con sus variaciones durante toda la historia de la humanidad. Variaciones que llegan a hacer de cada familia, una familia única y singular. Hay muchas películas, novelas, relatos que dan testimonio de ello.
Es hasta tal punto necesario el lugar de cada mujer en su sitio (la estructura) que cuando una se ausenta, la madre, por requerimiento del padre y Beth, además de su rol, se hace cargo de las tareas filantrópicas de su madre, esto le cuesta la VIDA.

Para concluir dos cosas, 

1 en las próximas tertulias iremos viendo, como van posicionándose las mujeres cuando las guerras decaen; el ejército se plaga de ellas. Los hombres se quedan en casa y pretenden, o no, un lugar que siempre pensaron era el más alto, sin darse cuenta que era un gran vacío. Y esto no es sin consecuencias para niñas, niños, mujeres  y hombres

2. Mari paz Escrig, nos introduce, a la autora y novela, pues es autobiográfica y no podemos obviar qué de ella hay en “Mujercitas”, entre otras cuestiones. Laia, se centrará más en los personajes, uno a uno, ampliando que es la función paterna. Y Paco Hernández Díaz, nos hablará de cómo los ideales son un eje clave en esta época pasada.



 Teresa Ferrer
5 de octubre, 2016

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