Intervención
para la tertulia psicoanálisis, cine: “El nombre de la rosa”.
Bueno, como ha comentado teresa, voy a introducir algunas
pinceladas del “origen” y la “función” psíquica de la Cultura y la Religión, que
nacen casi al mismo tiempo en la Cultura.
La Cultura, surge por una necesidad de alianza frente a los
peligros de la Naturaleza, los individuos deben unirse. Esta alianza conlleva
una serie de normas, que van a suponer “renuncias pulsionales” completamente necesarias
para la convivencia: renuncia al canibalismo, al gusto por matar y al incesto (esta última para
poder expandirse la sociedad). Sin estos sacrificios la Cultura es
imposible, con lo cual el nacimiento de la unión de los seres humanos, requiere
una gran “renuncia pulsional” y a cambio proporciona protección frente a la
naturaleza.
El hombre es un ser de inteligencia débil, gobernado por sus
deseos pulsionales y que no atiende a razones, por eso es enemigo de la Cultura,
y esta es percibida como un “algo” impuesto por unos pocos, los cuales se
hacen con el poder y el derecho sobre una mayoría, que acepta esta
imposición (aunque y constantemente intentarán ir en contra de ella, pero eso
es otra tertulia).
Este malestar provoca forzosamente la aparición de la Religión:
para disipar los terrores que inspiran el mundo y la vida, y calmar el
desamparo que produce la Cultura.
El patrimonio que es la Religión, salvaguarda o protege a los
hombres, pues el desvalimiento y el desconcierto del género humano son
irremediables. Así, la misión de los dioses es ahora compensar las deficiencias
y los perjuicios de la Cultura, premiar la “renuncia pulsional”, si no en esta
vida, en otra tras la muerte. Así se creó un tesoro de representaciones, patrimonio
más precioso de una Cultura, que según Freud son: enseñanzas, enunciados
sobre hechos y constelaciones de la realidad exterior o interior, que
comunican algo que uno mismo NO ha descubierto y que
demandan creencia.
Por eso las enseñanzas
religiosas están sujetas a un dogma de fe, se las tiene que creer, bien porque
nuestros antepasados creyeron en ellas, bien porque son transmitidas desde
épocas muy antiguas y en todo caso porque está “prohibido” cuestionar tales
dogmas; este último aspecto, justamente es lo que vemos en “El nombre de la
rosa”: impedir el acceso a nuevos escritos, y sobre todos ellos el libro de Aristóteles,
“Poética”, cuya segunda parte, históricamente desaparecida, se supone están
leyendo los monjes. Un libro que promulga transmitir las enseñanzas y el saber
mediante el humor y la risa. Lo que está prohibido es la creación de
un sentido distinto al que da la Religión, pues la risa supone una relación con
la angustia ante el Otro diferente a la que propone la Iglesia, basada en el
miedo, Como bien expresa la frase de Jorge de Burgos en la película: “la risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe,
porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios” “¿Podemos reírnos de
Dios? El mundo entraría en el Caos.
Está claro pues que la religión nació para calmar la angustia
frente a los peligros de la vida, peligros que han ido variando a medida que la
humanidad se ha nutrido de nuevos conocimientos. Pero hoy en día vemos, como y
a pesar de el “control” del peligro, la humanidad ha retornado a la Religión en
su versión más turbulenta y feroz, con la expansión de la musulmana. Es el
interrogante abierto.
No hace falta ir al nombre de la rosa, tenemos bien presenta la
matanza de Orlando y sobre la risa, la
matanza en Charlie Hebdo.
Teresa
Carrascosa
Valencia,
15-06-2016
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