miércoles, 22 de junio de 2016

"Los mandamientos de la Cultura"


Intervención para la tertulia psicoanálisis, cine: “El nombre de la rosa”.

Bueno, como ha comentado teresa, voy a introducir algunas pinceladas del “origen” y la “función” psíquica de la Cultura y la Religión, que nacen casi al mismo tiempo en la Cultura.

La Cultura, surge por una necesidad de alianza frente a los peligros de la Naturaleza, los individuos deben unirse. Esta alianza conlleva una serie de normas, que van a suponer “renuncias pulsionales” completamente necesarias para la convivencia: renuncia al canibalismo, al gusto  por matar y al incesto (esta última para poder expandirse la sociedad).  Sin estos sacrificios la Cultura es imposible, con lo cual el nacimiento de la unión de los seres humanos, requiere una gran “renuncia pulsional” y a cambio proporciona protección frente a la naturaleza.

El hombre es un ser de inteligencia débil, gobernado por sus deseos pulsionales y que no atiende a razones, por eso es enemigo de la Cultura, y esta es percibida como un “algo” impuesto por unos pocos, los cuales  se hacen con el poder  y  el derecho sobre una mayoría, que acepta esta imposición (aunque y constantemente intentarán ir en contra de ella, pero eso es otra tertulia).

Este malestar provoca forzosamente la aparición de la Religión: para disipar los terrores que inspiran el mundo y la vida, y calmar el desamparo que produce la Cultura.

El patrimonio que es la Religión, salvaguarda o protege a los hombres, pues el desvalimiento y el desconcierto del género humano son irremediables. Así, la misión de los dioses es ahora compensar las deficiencias y los perjuicios de la Cultura, premiar la “renuncia pulsional”, si no en esta vida, en otra tras la muerte. Así se creó un tesoro de representaciones, patrimonio más precioso de una  Cultura, que según Freud son: enseñanzas, enunciados sobre hechos y constelaciones de la realidad exterior o interior, que comunican algo que uno mismo NO ha descubierto y que demandan creencia.

Por eso las enseñanzas religiosas están sujetas a un dogma de fe, se las tiene que creer, bien porque nuestros antepasados creyeron en ellas, bien porque son transmitidas desde épocas muy antiguas y en todo caso porque está “prohibido” cuestionar tales dogmas; este último aspecto, justamente es lo que vemos en “El nombre de la rosa”: impedir el acceso a nuevos escritos, y sobre todos ellos el libro de Aristóteles, “Poética”, cuya segunda parte, históricamente desaparecida, se supone están leyendo los monjes. Un libro que promulga transmitir las enseñanzas y el saber mediante el humor y la risa. Lo que está prohibido es la creación de un sentido distinto al que da la Religión, pues la risa supone una relación con la angustia ante el Otro diferente a la que propone la Iglesia, basada en el miedo, Como bien expresa la frase de Jorge de Burgos en la película: “la risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios” “¿Podemos reírnos de Dios? El mundo entraría en el Caos.

Está claro pues que la religión nació para calmar la angustia frente a los peligros de la vida, peligros que han ido variando a medida que la humanidad se ha nutrido de nuevos conocimientos. Pero hoy en día vemos, como y a pesar de el “control” del peligro, la humanidad ha retornado a la Religión en su versión más turbulenta y feroz, con la expansión de la musulmana. Es el interrogante abierto.


No hace falta ir al nombre de la rosa, tenemos bien presenta la matanza de Orlando  y sobre la risa, la matanza en Charlie Hebdo.



Teresa Carrascosa

Valencia, 15-06-2016

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